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Muere Marc Fumaroli, el gran crítico literario y humanista de Francia

Profesor universitario, académico, especialista emérito en la cultura francesa clásica, varios de sus ensayos contribuyeron a cambiar el rumbo de nuestra percepción del puesto de la cultura en las sociedades occidentales de finales del siglo XX y principios del siglo XXI

El historiador Marc Fumaroli, en Barcelona en 2013 Inés Baucells
Juan Pedro Quiñonero

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Ha muerto Marc Fumaroli (Marsella, 1932 - París, 24 junio 2020), el más grande de los críticos literarios franceses de nuestro tiempo, un humanista excepcional que consideraba que la cultura está amenazada por las burocracias estatales y el mercado de las naderías «artísticas».

Profesor universitario, académico, especialista emérito en la cultura francesa clásica, varios de sus ensayos contribuyeron a cambiar el rumbo de nuestra percepción del puesto de la cultura en las sociedades occidentales de finales del siglo XX y principios del siglo XXI.

Su formación clásica y sus primeros escritos comenzaron por revisar los cánones de la modernidad literaria.

A partir de los años ochenta del siglo pasado, sus ensayos estuvieron consagrados de manera esencial a criticar las nuevas «perversiones», burocráticas y mercantilistas, que amenazan la cultura, las literaturas y la vida espiritual, en un sentido muy amplio.

Cuando triunfaba la «cultura de Estado», la cultura puesta al servicio de las «ceremonias de consagración del poder político», Fumaroli publicó uno de sus libros más famosos, «El Estado cultural» (1991), un ataque frontal contra el Estado de la cultura bajo la presidencia de François Mitterrand (1981 - 1995). Fumaroli insistía en un punto central: el Estado se «extravía» y «corrompe» la cultura, cuando el poder político, a través de sus burocracias, convierte la cultura en una «herramienta» al servicio publicitario de los políticos de turno, siempre dispuestos a pagar con subvenciones y prebendas los «servicios prestados» por artistas y creadores dispuestos a convertirse en «lacayos» sumisos a la burocracia ideológica de turno.

Años más tarde, el 2009, Fumaroli publicó otro libro de crítica, muy mayor, « Paris-New York, ida y vuelta ». Con la precisión del entomólogo, el gran humanista formado en los clásicos del canon francés, denunciaba el desarraigo y los estragos de un arte contemporáneo perdido en el desierto de las vanguardias muertas. Fumaroli insistía en varias cuestiones capitales: descarriadas, entre las burocracias ideológicas y las burocracias mercantiles, las sucesivas escuelas artísticas contemporáneas se devoraban las unas a las otras, dejando como único rastro desiertos de cenizas frías, vendidas a precio de oro.

Apelando, siempre, al gran arte y la cultura clásica, Fumaroli también consagró parte de su tiempo y de su obra a denunciar el «descarrío» de unas reformas escolares y universitarias que comenzaron a socavar los fundamentos de la cultura básica: amenazando la enseñanza del griego y el latín; introduciendo elementos «étnicos» y «multiculturales» de origen tan diverso como incoherente y corruptor; convirtiendo escuelas y universidades en «cuarteles» donde se propagaba la incultura de masas…

Esa dimensión de gran polemista, presente en los más profundos debates de la cultura, el arte y la vida del espíritu, en nuestro tiempo, no le impidió, en absoluto, continuar sus trabajos de investigación, de los siglos XVI y XVII, culminando con otro monumento, « Chateaubriand: poesía y terror » (2003)… a través del análisis más profundo de uno de los patriarcas de la prosa francesa contemporánea, Fumaroli nos recordaba y recuerda como el Terror contemporáneo (ideológico y terrorista) echa sus raíces en el fanatismo ideológico de los teóricos franceses del «Terror de Estado” (Saint-Just, Robespierre); y como buena parte de la poesía moderna, desde el Romanticismo, es un «combate», literario, moral y espiritual, en defensa de la libertad del creador, el artista, el poeta, el místico… héroes de nuestro tiempo, amenazado por el desarraigo burocrático e ideológico.

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